miércoles, 16 de abril de 2014

Educar sin escuela: Una historia de reflexión profunda, consciencia y compromiso


En nuestra familia, el cambio se comenzó a gestar cuando decidimos convertirnos en padres, hace aprox. 5 años. Dentro de nuestra familia (como lo he mencionado en un post anterior) uno de los principios más importantes es el de la coherencia (entre lo que pienso, siento, digo y actúo), nos esforzamos día a día para que sea una realidad en nuestra vida. En ese momento, el tema era la alimentación, cómo queríamos alimentar a nuestro hijo?. Queríamos que desde pequeño fuera consciente de que somos lo que comemos y que la forma cómo nos alimentamos es clave para nuestra salud. Nos dimos cuenta que el cambio tenía que comenzar con nosotros, esta nueva forma de alimentarnos (natural y ecológica) tenía que ser parte de nuestra familia antes de que Tomás llegara a nuestras vidas, una forma de asegurar este aprendizaje sería con el ejemplo. Pues bien, así fue. Cuando me quedé embarazada sucedió en nosotros otra “revolución”: LA CRIANZA. De qué forma queríamos criar a nuestro hijo? Eso qué implicaba, pues preguntarnos cosas como: cómo queríamos que fuera el parto, qué rol queríamos que tuviera papá, cómo hacer la lactancia, cómo gestionar el sueño, etc… Siguiendo un poco esta línea natural y respetuosa con nosotros mismos (que ya había tenido acogida con el tema de la alimentación en nuestra familia), comenzamos a descubrir una serie de información y de experiencias al respecto con las que resonamos de una forma increíble. La lactancia a demanda, el colecho, el respeto por los ritmos del bebé, la necesidad de contacto del bebé, la necesidad de sentirse acogido y protegido por sus padres, eran cosas que para nosotros tenían muchísimo sentido. Personalmente, creo que la revolución interior fue mucho mayor para mí que para mi pareja, porque mi formación como psicóloga en todos estos temas de crianza era bastante diferente (prolongar la lactancia puede ser contraproducente para la autonomía y la madurez emocional del niño, el colecho puede afectar la relación de pareja, el niño debe aprender a dormirse solo, etc..). Eran una serie de planteamientos que se alejaban por completo de mi sentir como madre. Mi razón y mi intuición iban por direcciones distintas. Entonces, realicé uno de los aprendizajes más importantes que he hecho como madre: darle a mi intuición el lugar que me estaba reclamando. Porque el vínculo con mi hijo, es algo que me sale de las entrañas, es emoción pura, es algo que me cuesta explicar con palabras, pero que todas las que somos madres sabemos perfectamente de qué estamos hablando. En ese momento, se resolvió mi dilema y nos decantamos por la Crianza con apego. Hemos hecho colecho con nuestro hijo hasta los 2 años y medio, con 3 añitos sigue tomando el pecho, y hemos optado por una crianza consciente y respetuosa, seguimos trabajando en ello, aprendiendo y practicando cosas de esta forma de crianza, cada día, porque también en este tema hay muchísimas creencias que revisar y cambiar….pero conforme nos vamos formando en ello y lo vamos aplicando, nos damos cuenta que es lo mejor para nuestro hijo, para nosotros como padres y una oportunidad infinita de crecimiento como seres humanos. Se ha convertido en una decisión totalmente coherente con lo que pensamos, sentimos y deseamos hacer en nuestra familia. La tercera revolución personal llegó con la pregunta sobre cómo queremos educar a Tomás? Qué herramientas desearíamos que tenga para construir su vida en un entorno tan cambiante y exigente como en el que vivimos? De qué manera podríamos, nosotros como padres, contribuir en ese proceso? Cuando estas preguntas comienzan a rondar tu cabeza, te vuelves mucho más sensible a toda la información relacionada con este tema. Te afecta considerablemente y te indigna lo que escuchas en los telediarios, lo que lees en los periódicos, lo que te cuentan personas cercanas al ámbito escolar, etc…y es entonces, cuando comienzas a buscar alternativas, la intuición te dice que debe existir, como en todo, otra forma de hacer las cosas. Primera señal, mi pareja y yo vemos un programa en el que entrevistan a Ken Robinson. Un hombre trasgresor en sus planteamientos, sensato y visionario. Nos dejamos cautivar por la lógica aplastante de todo lo que expone sobre lo obsoleto del paradigma educativo y sus implicaciones nefastas en la creatividad, autenticidad y potencial de los niños. Después de leer uno de sus libros “El Elemento”, mi pareja y yo somos terreno fértil para recibir más información de este tipo. Pasado un tiempo vemos unos documentales sobre educar en casa y se nos remueve todo por dentro: primera sensación, “eso es lo que quisiéramos hacer”, miedos “no somos profesores, ni pedagogos, no seremos capaces”, resultado…seguimos adelante, inconformes pero sin tomar cartas en el asunto. Tomás aún es pequeño y aunque va a la guardería (desde el año y medio) la decisión sobre su escolarización no es inminente. Finales del año pasado y teniendo cada vez más cerca las fechas de preinscripciones escolares, volvemos hablar del tema. En el cole de mi hijo nos  entregaron una evaluación de mitad de curso contándonos su desempeño en distintas áreas. De acuerdo, con este existen dos elementos problemáticos o que pueden ser motivo de preocupación (según sus profes): el primero es que su desarrollo del lenguaje va retrasado en relación con la media de su edad (algo en lo que coinciden muchos de los profesionales de la salud), “no calla” pero se le entiende poco. Lo segundo, es que “no muestra interés al participar en las actividades que se le sugieren, va muy a la suya y sólo se concentra en lo que le interesa”. Interesante! Nosotros leemos atentamente, reflexionamos al respecto y llegamos a la siguiente conclusión: es cierto, Tomás dice pocas palabras con claridad, no calla, está expuesto a tres lenguas (castellano, inglés y catalán), cada vez arma más frases y dice menos palabras sueltas, pero es cierto lo hace un poco más lento que otros niños. Nos hemos asegurado que no tenga un problema de audición y como es un niño muy sociable y afectuoso consideramos que no tenemos porque preocuparnos; este es su ritmo. Por otro lado, que se concentre en lo que le interesa me parece totalmente lógico y tal vez por eso nos resultó tan revelador este comentario. Mi intuición volvió al ataque…y le dije a mi pareja: “hay algo en mí que me dice que a Tomás la escuela tradicional no le hará bien. Aunque me preocupa que no le permita desarrollar todo su potencial lo que más temo es que le haga daño, con etiquetas, con estereotipos y expectativas injustas de cómo es que se debe comportar”. Porque si hay algo que resalto de su personalidad es que no es un niño dócil, nunca lo ha sido. Y yo sinceramente, siento que es porque tiene muy claro lo que piensa o siente, aunque en ocasiones yo no lo comparta y me resulte agotador. Pero considero que acompañándole de forma respetuosa puede convertirse en una herramienta muy útil y valiosa a lo largo de su vida. Entonces, volvemos hablar de la posibilidad de educar en casa, a mi pareja le asaltan los miedos y yo le tranquilizo diciéndole que no tenemos que decidir nada ya, que me informaré sobre el tema legal, contactaré con gente que lo haga, conoceremos su experiencia, lo iremos procesando poco a poco y ya veremos. El resultado final es que hemos decidido educarle sin escuela, los miedos se van desvaneciendo cada vez más y hemos empezado hacer parte de una tribu en la que nos sentimos, afortunados, estimulados e inspirados cada día. El programa de La Gran Guía de la Educación Infantil (https://www.youtube.com/channel/UCU-gEQnIhZVPT4HYgwBYvWg), gente como María José Cifuentes, mis compañeras del Mastermind de Educación en casa y Crianza Consciente, Yvonne Laborda (http://welivelearning.blogspot.com.es/) y su familia a quien hemos tenido el placer de conocer personalmente, todos aquellas madres y padres que comparten su experiencia a través de blogs y escritos a través de la red, y familiares y amigos cercanos que con su respuesta nos han sorprendido gratamente, se han convertido en un apoyo esencial en este camino que estamos recorriendo mi familia y yo.

2 comentarios:

  1. Wwooww me he sentido tan identificada! !!! Soy psicóloga y muchas de las teorías aprendidas han sido desechadas... tengo dos pequeños de uno y tres años... y con relación de eso que comentas de que tienes la intuición de que la escuela tradicional no es la mejor opción para tu hijo es lo mismo que siento yo... no se si es porque soy psicóloga pero hay algo en mi interior que me dice que tendrá algún tipo de "problema"... me encantó tu escrito... aún tengo muchas dudas pero el camino de educar en casa es el que mas me agrada... muchas gracias por compartir tu testimonio...

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  2. María gracias a ti por tus comentarios. Me alegra tanto que mi experiencia te resuene de algún modo. Muchas veces cuando te planteas esta decisión, fuera de lo habitual, te sientes un poco "marciana" y cuando tienes la oportunidad de ver que tus miedos y dudas lo comparte mucha más gente que inicia este camino, te quedas un poco más tranquila, te sientes más acompañada, a mí me pasó. Me alegra que entre tanto conocimiento también hayas podido rescatar la inmensa sabiduría que encierra tu intuición. Un abrazo!

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